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Extremúsika: crónica de una mierda anunciada [Opinión]

Estamos muy bien acostumbrados a la mierda bien dosificada. Sabemos que pagan una mierda a los trabajadores que realmente cargan el festival a sus espaldas mientras venden productos mundanos a precio de Qatar.

Los macro festivales han sido analizados de manera certera pero solo por unos pocos medios no masivos. Hay que recordar que lo importante es lo que marcan los grandes medios (y las redes), pero son importantes solo cuando éstos lo deciden. El precio de la luz era asesino hace meses, hoy día no importa a cuánto está el kilovatio-hora. La prima de riesgo fue un huracán en tiempos, hoy día hablar de ella es como mentar al tío en Graná. Estamos muy bien acostumbrados a la mierda bien dosificada. Sabemos que pagan una mierda a los trabajadores que realmente cargan el festival a sus espaldas mientras venden productos mundanos a precio de Qatar. Aun así, más allá de la oscuridad global económica que rodea a quienes se llevan una pasta gansa en estos eventos, puede ser muy útil realizar un análisis a nivel de aficionado a la música en directo.

Es imposible pensar que en un hervidero de “punkis de verdad” se hubieran atrevido

Haber visto cómo se llevan detenido a Evaristo por cantar una especie de jota a capela es algo que queda marcado. Pasó hace poco, en 2018. Es imposible pensar que en un hervidero de “punkis de verdad” se hubieran atrevido. Hubiera pasado en el extinto festival Lumbreiras y se habría extinguido antes, pero no se hubieran llevado al Evas así. Lo que pasa es que son tiempos de festivales mezcla, de música urbana, de la diversidad más absoluta…y es lo que hay. Puedes entrar al Mad Cool sin que te hagan más que un simple registro visual superficial mientras que en un GraniRock (aúpa Extremadura) la policía se mete tanto dentro (como fuera) del recinto de los conciertos y en las mismas tiendas de campañas a realizar controles indiscriminados. En las entradas ya tenías unos registros que parecían de película yankee. En ellos, si un segurata cualquiera encontraba algo (buscaban como perros y encontraban como perros), automáticamente te sacaban de la fila, te retenían y rauda acudía la persona de seguridad pública (policía o guardia civil, lo mismo da, que da lo mismo) para recetarte un regalito. ¡Esto sí que es colaboración público-privada, con guion y todo!

Lo del Extremúsika este año ha ido más lejos que nunca. Moler a palos a algunos “clientes” durante un concierto, eso es novísimo

Ahora bien, lo del Extremúsika este año ha ido más lejos que nunca. Moler a palos a algunos “clientes” durante un concierto, eso es novísimo. Como el dóberman cuando prueba la sangre: estos canes no saben parar cuando nadie les para.

Un festival que ha llegado a vender entradas avisando que, si se suspende por ejemplo por lluvia, no verás un duro de vuelta. Con dos cojones. Eso ya no es un negocio redondo (a ver cuántos negocios ven toda la pasta por adelantado y luego montan el tinglado) sino que es esférico: está dimensiones por encima del típico pufo. Y esta flojera del mundo de la música no siempre fue así, pero también hay que ser cuidadoso con la romantización del pasado porque puede que también fuera un poco mierda. El mismo Evaristo cuenta en su libro “Qué dura es la vida del artista” cómo ha dado muchísimos conciertos donde los nazis se colocaban en primera fila, empezaban a hacer gestos de llamar taxis, y allí no pasaba nada. Que hayas visto una peli kinki donde hostian a dos nazis no cuadra con esa realidad, pero qué se le va a hacer, alguien debe estar equivocado.

Sí que se podía percibir un repunte de combatividad en los denostados u olvidados “dosmiles”, donde las salas ardían (en plan bien) con música en directo y una caterva de grupos de rock (punk, metal, heavy… diversifiquen hasta donde quieran) que estaban en plena forma y sabían lo que hacían y decían. Porque no era cuestión de simple moda. Por mucho que se empeñen algunos en decir que no hay diferencia entre una camiseta de Tupac o el Che: está claro que la mayoría de los que llevan la segunda saben quién es y por qué; del rapero americano se puede decir que son guapas las camisetas, o eso parece.

Existe el derecho a comer mierda y estos comemierdas nos intentan convencer que también tienen derecho a echarnos el aliento

Este cambio de paradigma en los festivales (y la música en directo en general) no escapa a la ola que sufrimos de ensalzar lo individual frente a lo colectivo. Los artistas más famosos de hoy día son meros productos de publicidad blasfema. Empresas enormes con beneficios ingentes que no necesitan la ayuda de estos individuos ven como son las gallinas las que se meten por voluntad en la zorrera. Y cómo disfrutan las jodidas. Revolcadas en mierda, sí, pero siendo ricas y famosas. Y cuidado, no digas que la música más comercial de hoy es más basura que nunca porque atentarías contra la libertad de los individuos que libre y felizmente se embadurnan de esa mierda. Por seguir con la escatología: existe el derecho a comer mierda, sí, pero estos comemierdas nos intentan convencer que también tienen derecho a echarnos el aliento. Comida basura, tele basura, música basura…no, por lo visto ya no hay basura, sino gente libre eligiendo esas cosas. Y una mierda.

A veces desandar el camino es la opción más sabia

Ante esto, como decía el viejo rockero que nunca rockeó pero entendía la realidad como nadie…¿Qué hacer? Pues sintiéndolo mucho aquí no viene ninguna receta mágica. Solo dos o tres apuntes de qué se hacía mejor en otras épocas, para tener por lo menos un horizonte al que ir, o uno del que alejarse. Porque a veces desandar el camino es la opción más sabia.

En tiempos donde la AVT estaba más rabiosa que nunca, en tiempos donde ETA aún seguía activo hemos visto como artistas de la talla de Fermín Muguruza o Soziedad Alkohólika eran tratados como los asistentes al Extremúsika o al Granirock: como perros sarnosos. En aquella época hubo conciertos anunciados de SA en Extremadura que se cancelaron porque, ya se sabe, eran terroristas. Pasaba en más sitios, sí, pero esta Extremadura nuestra tan profunda está tan ensimismada en sí misma que solo tiene salida por Australia (a través de un agujero gigante). No como Granada, que es a través de las estrellas por donde sale de su ensimismamiento. Hasta el mismo Juan de SA ha cantado “esta canción no es una bala, aunque te está apuntando las palabras nunca matan, a ver si sabéis diferenciar”, pero claro, estos vascos etarras o defienden la violencia o, si se posicionan en contra, simplemente mienten.

Pues en esa misma época y en esta misma Extremadura profunda, había colectivos y concejales (sí, concejales del por entonces joven siglo XXI) que se la jugaron y acabaron trayendo a este grupo a diferentes pueblos. Y se consiguió. Por encima de la campana gorda.

¡¿Hablando de política ahora?! Pero si en esta época tan individualista la política es una mierda, dirán muchos listillos. “Votar no vale de nada, organizarse es una gilipollez”. O cosas como “perder tiempo, dinero y salud en política (institucional o no) es cosa de nostálgicos, flipados y utópicos idealistas”.

Por lo visto la revolución está en Bad Bunny vestido de mujer

Por lo visto la revolución está en Bad Bunny vestido de mujer y no en grupos cañeros donde cantaban y luchaban contra el poder establecido. Lo hacían no sólo porque tenían letras cañeras sino porque además de artistas eran gente comprometida, gente que no quería solo salvar su culo, ser famosos, abrir paquetes de deportivas que le regala cualquier marca de mierda (de lujo…) y publicar en redes cualquier foto con su mensaje más revolucionario hasta la fecha, seguramente la mitad en inglés.

Así que nada, a que nos peguen de hostias en los pocos conciertos reivindicativos que quedan mientras algunos pensamos: por lo menos nos cogeremos de la mano camino a esta extinción a la que nos llevan. A disfrutar de esta libertad de soportar violencia que tenemos, como cantaba (canta y cantará) el gran Evaristo. Pero por lo menos gritaremos como una bestia en este mundo de mierda…y que no se rían de nosotros. Su avaricia y poder es infinito pero nuestra dignidad jamás será reducida al cero absoluto. Porque cuando se acaben las moscas también morirá la araña.

Referencias:

Miguel Escobar Asunción

Miguel Escobar Asunción es docente, Secretario de Organización de IU Badajoz, responsable del área instucional, miembro de la Comisión Colegiada y de la Coordinadora Regional de IU Extremadura

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