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14 DE ABRIL, 93 ANIVERSARIO DE LA PROCLAMACION DE LA II REPUBLICA

La II Republica llegó como un aire fresco a un país anticuado, caciquil, arcaico y paupérrimo.

La II Republica no se entendería sin un repaso a la situación de España durante el siglo anterior. El historiador e hispanista británico Paul Preston refleja muy bien ese periodo de la historia de España en su libro “Un pueblo traicionado”. En Extremadura nuestro gran escritor extremeño, Víctor Chamorro, es quien se ocupó de relatar la situación en nuestra región a través de su obra, en especial en “Erase una vez Extremadura” y en “Extremadura. Afán de miseria”.

A comienzos del siglo XIX, la esperpéntica actuación de los Borbones, donde el futuro y nefasto rey Fernando VII conspiraba contra su padre, llegando incluso a solicitar la ayuda de Napoleón, puso este país en manos del Emperador. Mientras la población luchaba contra el invasor, Fernando VII gozaba de un lujoso confinamiento en Bayona. Los abusos del ejército francés y la fe ciega del pueblo español, fueron obstáculos para no entender las ideas revolucionarias francesas para la abolición del Antiguo Régimen absolutista y semi-feudal.

Acabada la guerra, y puesto en el trono el mal llamado “el deseado”, Fernando VII sin haber arriesgado este nada, abolió la constitución liberal de Cádiz de 1812.

Durante todo el siglo XIX España vivió en un continuo estado de crisis y de proclamas, alzamientos, invasiones (Los llamados 100.000 hijos de San Luis, para preservar el orden absolutista, ideado tras la derrota napoleónica en el Congreso de Viena a través de la Santa Alianza), conflictos entre liberales y absolutistas, tres sangrientas Guerras Civiles Carlistas, etc. Las desamortizaciones liberales despojaron de las tierras de propios a los ayuntamientos y los baldíos comunales, siendo la incipiente burguesía los más beneficiados y las clases más desfavorecidas los más perjudicados. El derrocamiento de Isabel II, trajo seis años convulsos que pasaron por gobiernos provisionales, el breve reinado de Amadeo de Saboya, la proclamación de la I Republica y finalmente la restauración borbónica tras un pronunciamiento del general Martínez Campos.

El comienzo del siglo XX llego con la perdida de la Guerra de Cuba, Filipinas y Puerto Rico ante E.E.U.U, metiendo al país de un estado de abatimiento. Tras la derrota se dio lugar el llamado regeneracionismo, alternándose y turnándose los liberales y los conservadores en el poder, germen del llamado caciquismo. Todo un sistema político lleno de corrupción y de espaldas a la gran mayoría de la población, sobre todo la clase obrera y campesina.

La falta de una verdadera revolución o de verdaderas intenciones regeneradores, hizo de este país en el primer tercio del siglo XX, un país atrasado, un país de segundo orden en el conjunto europeo. La política se hacía de espaldas al pueblo favoreciendo el llamado turno de partidos, con una ley electoral hecha a la medida del llamado caciquismo.

En el reparto colonial de África nos fue adjudicado el llamado Protectorado Marroqui. Cuando se quiso hacer efectiva la ocupación y con motivo de la construcción de un ferrocarril para explotar las minas de hierro (La compañía adjudicataria de las minas eran propiedad del conde de Romanones y del marqués de Comillas), las tribus rifeñas mataron a trabajadores del ferrocarril. La posterior intervención militar española termino en la masacre del Barranco del Lobo. Al ser llamados los reservistas, la mayoría ya casados y con cargas familiares, se desencadeno en el Puerto de Barcelona un motín desencadenante de la siguiente revuelta: la llamada “Semana Trágica de Barcelona” en 1909. Cabe decir, que del servicio militar obligatorio se podían librar de él quienes tenían dinero para pagar 6.000 reales. Por este motivo las llamadas guerras de Melilla solo la sufrieron la gente humilde; que si difícilmente tenían para alimentar a la familia, más difícil lo tenían para librarse de ir a Marruecos.

En las canciones típicas de quintos que llegaron hasta la desaparición del Servicio Militar Obligatorio, las referencias a Melilla eran habitual (-yo no siento ir a Melilla ni pasar el estrecho…-ni me lavo ni me peino hasta que no venga mi novio de la Guerra de Melilla…-si te toca te joes que te tienes que ir que tu padre no tiene para librarte a ti…-). En 1921 sucedió el llamado desastre de Annual con la derrota y muerte de más de 13.000 soldados españoles. El informe que se realizó para conocer las causas del desastre, “Expediente Picasso”, fue el desencadenante del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera con la complicidad del Rey Alfonso XIII. Este expediente iba a suponer la apertura de una comisión en las Cortes que nunca llego a producirse a causa del golpe de estado y la posterior dictadura, la corrupción del ejercito seria tapada.

El primer tercio del siglo XX, supuso una concienciación obrera ante los múltiples abusos de la oligarquía hacia ellos, agravándose con el paro y la siempre presente “crisis de subsistencias”. Prueba del atraso y miseria permanente, sobre todo en Extremadura, se recoge en la visita a las Hurdes del Rey Alfonso XIII.

El final de la dictadura de Primo de Rivera, trajo la llamada dicta blanda del general Berenguer y él gobierno del almirante Aznar. Gobierno que no satisfacían a nadie, por lo que se intentó de recurrir a la alternancia bipartidista anterior a Primo de Rivera, programándose primero unas elecciones locales, pasando por unas provinciales y terminando con unas nacionales, todas ellas con el sistema viciado y caciquil de 1907.

Solo llegaron a celebrarse las locales, dando la mayoría de la población española la espalda a Alfonso XIII, incluidos sectores conservadores que no le perdonaron su intromisión en la vida política olvidándose del constitucionalismo en la época de 1923/1930. En 41 de las 50 capitales de provincias triunfo la coalición republicana, dónde el voto era más libre al no haber una fuerte implantación de los caciquismos. Lo que era una convocatoria para los ayuntamientos acabo como un verdadero plebiscito anti monárquico, y ni tan siquiera tuvo el apoyo del general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil. Incluso el almirante Aznar llego a decir “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano?” En su carta de despedida en el ABC, Alfonso XIII, comenzaba diciendo: “Las elecciones celebradas el domingo me revelaron claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo”.

En este estado de cosas el “14 de Abril” de 1931 se proclamó la II República Española. Un ambiente de esperanza recorrió la mayoría de las capas de la sociedad española, pero los retos para modernizar un país atrasado chocaron con quienes desde siempre tuvieron privilegios, tanto económicos como en los órganos de poder y decisión. 

Tres cuestiones fueron muy problemáticas para llegar a una trágica ruptura en julio de 1936:

1.- La reforma militar, para modernizar a un ejército que veinte años atrás había tenido un serio revés ante rifeños mal armados, en el llamado “Desastre de Annual”. Esta reforma chocó con los militares africanistas de Marruecos, dónde era posible un rápido ascenso de sueldo y escalafón. 

2.- La reforma educativa y religiosa, para dotarse de una educación pública y de un estado aconfesional. El alto clero, que desde las desamortizaciones había ya perdido muchas cuotas de poder, se alió con la clase dominante, olvidándose de denunciar la penurias y miserias que padecían las clases sociales más bajas.

3.- Y por último, la reforma agraria, la más espinosa de todas, para dotar de propiedad a campesinos sin tierras, mitigar el paro y las continuas hambrunas. Fue muy frecuente el entorpecimiento a cuantas leyes o decretos se dictaron con respecto a cuestiones agrarias por parte de la poderosa Asociación de Propietarios de Fincas Rústicas de Badajoz. Estos grandes propietarios entorpecieron continuamente las leyes de reforma agraria, fue muy frecuente la frase “que te de trabajo la Republica”, sobre todo en la provincia de Badajoz. La lenta marcha de la reforma agraria y el aumento de paro obrero hizo que el campesinado se impacientase, llegando a las ocupaciones de fincas del día “25 de Marzo”, para agilizar la implantación de la tan ansiada Reforma Agraria.

Ante estas reformas, las capas sociales anteriormente privilegiadas no tardaron en agruparse y conspirar contra la naciente república, para seguir manteniendo sus intereses y privilegios. Las elecciones que se celebraron el 16 de febrero de 1936 dieron como ganador al Frente Popular. Pronto comenzaría las conspiraciones por parte de elementos contarios a la coalición ganadora. La fuerte polarización que se vivía en España durante el periodo republicano implosionó con el cruento golpe de estado promovido por militares y apoyados por la derecha. El fruto de la conspiración dio sus frutos en el golpe de estado de 18 de julio.

Lo que vino después fue una guerra donde las democracias occidentales, sobre todo Francia y Gran Bretaña, dieron la espalda al gobierno legitimo de la II República, contando los golpistas con el apoyo incondicional de la Alemania nazi y la Italia Fascista, sin lo cual hubiesen sido derrotados. 

Tras el fin de la guerra no vino la paz, llego la brutal represión de todo el país convertido en una cárcel para los vencidos, multas, requisas de sus bienes y miles de muertos que aún no han sido recuperados sus cuerpos. El historiador extremeño Francisco Espinosa Maestre a través de su obra nos cuenta este periodo de brutal represión, sobre todo en sus libros: “La Columna de la Muerte”, “1936. La columna camino de Madrid. Yagüe, Varela y las «Normas» del padre Huidobro” o “Por la sagrada causa nacional. Historia de un tiempo oscuro”.

España perdió su gran oportunidad. Aquella II Republica no quería otra cosa que modernidad, progreso y bienestar para la nación, algo que aun muchos ponen en duda.

Salud y Republica.

Pedro Jose Pascual Salguero

Pedro José es responsable del Área de Memoria Histórica de IU Extremadura e investigador, labores que compagina con su trabajo de operario en una fábrica.

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