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La Red de Educación de Izquierda Unida invita a la comunidad educativa a celebrar este próximo martes el DÍA ESCOLAR DE LA NO VIOLENCIA Y LA PAZ (DENYP)

El poeta mallorquín Llorenç Vidal fundó el Día Escolar de la No-Violencia y la Paz en 1964 para recordar, al menos una vez al año, que los centros educativos son, y si no lo son pueden llegar a serlo, espacios clave para la construcción de la paz.

Este día coincide con el aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi, líder pacifista que defendió y promovió la no violencia y la resistencia pacífica frente a la injusticia. Desde entonces todos los 30 de enero se celebra este día, dedicado a conmemorar en los centros educativos una cultura de no violencia y paz.

La educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la Paz son motivos para recordar el 30 de enero. En en Día de la Paz, los centros educativos se comprometen como defensores de la paz y entendimiento entre personas de distinta procedencia y modos de pensar.

Existe un consenso casi universal de que una educación inspirada en una cultura de no violencia y paz permite a nuestro alumnado adquirir conocimientos, actitudes y competencias que refuerzan su desarrollo como ciudadanos globales críticos y comprometidos con sus derechos y los de otras personas. De esta forma, la educación para la paz, es decir, un modelo de escuela en el que la convivencia pacífica, el diálogo, la solidaridad y la diversidad sean los valores con los que crezcan los niños, niñas y jóvenes es el mejor camino para construir ese Mundo que ansiamos.

Pero este 30 de enero no es un día más. Nunca hasta ahora habíamos sido testigos directos de unos crímenes como los cometidos en Gaza, que no dudamos en calificar de Genocidio. Mientras que la guerra en Ucrania, que supuso un duro golpe de realidad para el continente europeo, se prolonga por más de dos años. Y todo ello en un contexto de carrera de armamentos que detrae recursos fundamentales para nuestras sociedades y el conjunto del planeta, y supone en sí misma un claro riesgo de una deflagración cada vez más extendida. Todos ellos son temas que, indudablemente, también se han colado en las aulas de los centros educativos.

Este contexto de violencia, deshumanización del contrario o discurso de odio, ha llevado a organismos como la UNESCO a dedicar el pasado 24 de Enero, Día Internacional de la Educación, a “contrarrestar este discurso” y a considerar que “la Educación debe ser una piedra angular en la construcción de la Paz y el camino hacia el Desarrollo Sostenible”. O que la Internacional de la Educación, la organización mundial que agrupa a una buena parte de las asociaciones sindicales y gremiales del profesorado, haya mostrado su rechazo e indignación ante la matanza de cientos de docentes en Gaza, la destrucción y bombardeo de escuelas y universidades y la privación del derecho básico de la educación, cuando no también la propia vida, a cientos de miles de niñas y niños palestinos.

La carrera de armamentos que estamos sufriendo, que detrae recursos imprescindibles para la educación, la sanidad o hacer frente a las consecuencias del cambio climático, supone además un riesgo real de conflicto. Parafraseando a la pensadora y superviviente de los campos de exterminio nazis Anna Ahrendt, es una tragedia, y un símbolo de la banalidad del mal, el hecho de que aceptemos que los estados dediquen enormes cantidades de dinero a los presupuestos del denominado «ministerio de defensa», y que las potentes empresas de armamento influyan en el permanente estado de alarma frente al enemigo para facilitar sus beneficios.  Sólo algunas tímidas voces hablan de poner fin a los conflictos o posibilitar alto el fuego que interrumpan las matanzas y permitan abrir negociaciones.

Educar para La Paz, es una obligación recogida en las resoluciones de la ONU, presente en nuestras leyes educativas estatales y autonómicas, y un deber moral del conjunto de la comunidad educativa. Porque los niños y niñas de nuestros centros escolares deben entender que la guerra trae pena, desgracia, muerte, violencia, destierro y caos.  La guerra trae consigo el hambre, el odio y el rencor. Y arranca de las sociedades la bondad y la alegría.

La celebración del DENIP se apoya en la esperanza de un mundo mejor en el que el educador señala tan solo los caminos que conducen al Amor Universal, a la No-Violencia y la Paz.  La realidad de estos conflictos nos golpea muy de cerca, no solo a los adultos, sino a los más pequeños que, en muchos casos por primera vez, empiezan a ser conscientes de las consecuencias que acarrea una guerra.

Por último desde la Red de Educación de IU, más allá del 30 de enero, queremos reafirmarnos en la necesidad de profundizar en los contenidos de la educación para la paz, como contenido transversal del currículo. La Educación para la Paz es una educación crítica y emancipadora, que da elementos para construir unas relaciones entre las personas que sean justas y sin violencia, permite analizar críticamente los conflictos sociales y los conflictos armados y ayuda a construir un mundo donde los conflictos se puedan resolver sin guerras y sin muertes.

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En Extremadura, la Secretaria General de Educación de la Junta de Extremadura, afirma que los estudiantes no tienen derecho a huelga ni a expresar su opinión sobre temas al margen de la educación. Así lo expresó hace unos días en Comisión de Educación en la Asamblea de Extremadura.

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