El rastro de la memoria nos trae a nuestros días
Se ha cumplido este 30 de junio el 80º aniversario del cierre del Campo de Vernet d´Ariege, situado en el pre-pirineo francés, originariamente fue un acuartelamiento construido para las tropas coloniales senegalesas (no le gustaba al alto mando que se juntaran con los soldados franceses blancos), durante la I Guerra Mundial; después de ganar la guerra sirvió de prisión para prisioneros alemanes y austríacos, luego como depósito de material y cuando el fascismo derrotó a la República Española, las autoridades francesas concentraron allí a la División Durruti, unos 10.000 combatientes que habían huido a Francia.
Fueron llegando más refugiados republicanos, de otros campos y prisiones, que las autoridades francesas consideraban “extremistas” y también integrantes de las Brigadas Internacionales.
Cuando en septiembre del 39 estalló la II Guerra Mundial se concentraron también en este campo, en condiciones infrahumanas, a judíos, intelectuales, antifascistas, de todas las nacionalidades, fueron internadas unas 40.000 personas de 58 nacionalidades. La mayoría hombres, pero también mujeres y niños.
A partir de 1942 bajo el régimen colaboracionista de Vichy, la Gestapo lo usó como campo de tránsito para los judíos y el 30 de junio, los últimos internados fueron deportados, los hombres a Dachau; las mujeres a Ravensbrück.
Por este campo pasaron figuras históricas como el escritor republicano Max Aub, Francesc Boix el que después sería conocido como el fotógrafo de Mauthausen, el escritor británico y brigadista Arthur Koestler, el enorme filósofo de origen judío y de izquierdas Walter Benjamin, la escritora judía y comunista Anna Seghers y su marido, o el indómito anarquista Quico Sabaté.
Republicanos españoles, anarquistas, comunistas, socialistas, judíos, antifascistas, capturados e internados por el régimen colaboracionista francés con los nazis.
Hubo una Francia colaboradora y cómplice con los nazis, hubo otra Francia que resistió y luchó y venció, es importante recordarlo ahora la extrema derecha ha ganado en la primera vuelta de las elecciones en Francia, una extrema derecha que se ha desecho de su discurso antisemita para conseguir mayor aceptación.
Y ha convencido hasta a ilustres víctimas judías, como el matrimonio Klarsfeld, conocidos cazanazis franceses, que dicen que el Nuevo Frente Popular de izquierdas es más peligroso que Marie Le Pen (hija de un antisemita), porque, y esta es la clave para entender la actitud de una gran parte del pueblo judío, “A nuestro entender, que partidos considerados como de extrema derecha se hayan vuelto projudíos y proisraelíes es una victoria en la lucha contra el antisemitismo”.
¿Cómo es posible semejante miopía? ¿Cómo se puede olvidar que los herederos políticos de quienes entregaron por miles familias judías a los nazis en Italia (Meloni) o Francia (Le Pen), no pueden ser fiables por el solo hecho de apoyar al estado de Israel y declarar que no son antisemitas?
En la misma entrevista está la respuesta de Serge Klarsfeld: ”Nuestra prioridad no son las transformaciones sociales, el progreso social, etcétera. Después de la Shoah, nuestra prioridad es el destino de los judíos y de Israel. Este es nuestro criterio, que es un criterio estrecho, y muchas grandes conciencias con una gran autoridad moral quizá dirán que somos insensibles al sufrimiento de los demás. Pero nosotros pertenecemos a una generación que es la de la posguerra. Estamos indisolublemente ligados a la guerra mundial y a la Shoah”.
Y de este modo, las víctimas de antaño se convierten en colaboradores actuales, tienen la excusa para hacer lo que les hicieron a ellos, pueden apoyar a quien bombardea hogares, escuelas y hospitales, a quien desplaza a millones de personas, a las que deja sin comida ni agua, los palestinos son víctimas de la misma lógica que un día exterminó al pueblo judío.
Repetimos: ”Nuestra prioridad no son las transformaciones sociales, el progreso social, etcétera. Después de la Shoah, nuestra prioridad es el destino de los judíos y de Israel.” Y si el Gobierno de Israel es de extrema derecha, racista y colonial, no pasa nada porque lo importante e s el estado de Israel y los socios que le apoyan, por muy fascistas, neonazis y racistas que sean.
Por eso fue Abascal a abrazar a Netanyahu. Al gobierno de extrema derecha de Israel no le importa que los herederos de Franco, los herederos del discurso del contubernio judeo-masónico, los que alaban la ejemplaridad de los Reyes Católicos expulsando a los judíos de España, les apoyen; al contrario, les dan la bienvenida porque tienen una ideología común, y tienen un enemigo común, la izquierda internacionalista, quienes anteponen los derechos humanos a la raza, la religión y la situación económica.
Recordemos las declaraciones del exembajador de Israel ante la ONU Dan Gillerman en octubre del año pasado: “los palestinos son animales horribles e inhumanos”. Y recordemos como describían los nazis a los judíos: “Ratas, piojos, cucarachas, zorros, buitres…”.
La extrema derecha es racista, violenta y clasista, sea israelí, española, italiana, alemana o francesa, y colaboran entre ellos, no lo olvidemos.